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El papel de la mujer en el crecimiento económico: cómo las remesas empoderan a las familias Title

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Un grupo de cuatro mujeres diversas sonriendo juntas frente a un fondo neutro.
Este blog muestra cómo las mujeres en África, Asia y América Latina impulsan el crecimiento económico mediante las remesas. A través de la gestión del hogar, la inversión en educación y el desarrollo comunitario, transforman el dinero en oportunidades sostenibles. También destaca su papel clave en el Día Internacional de la Mujer.
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El papel de la mujer en el crecimiento económico: cómo las remesas empoderan a las familias

mar. 7, 2025, 14:00 by Editor Editor
Este blog muestra cómo las mujeres en África, Asia y América Latina impulsan el crecimiento económico mediante las remesas. A través de la gestión del hogar, la inversión en educación y el desarrollo comunitario, transforman el dinero en oportunidades sostenibles. También destaca su papel clave en el Día Internacional de la Mujer.

Tarde por la noche, en una pequeña aldea, el teléfono de una madre se ilumina con un mensaje sencillo: fondos recibidos. Ella sonríe, sabiendo que las matrículas escolares de sus hijos para el próximo trimestre están aseguradas y que habrá comida en la mesa durante todo el mes. Escenas como esta se repiten a diario en África, Asia y América Latina, donde el dinero ganado con esfuerzo y enviado desde el extranjero, conocido como remesas, sostiene a millones de familias. Estas ayudas económicas han crecido enormemente con el paso de los años, alcanzando casi 670 mil millones de dólares para los países en desarrollo solo en 2023.

Detrás de muchas de estas transferencias hay mujeres: mujeres que trabajan en el extranjero y envían dinero a casa, y mujeres que lo reciben y hacen que cada dólar rinda al máximo para sacar adelante a sus hogares. Los estudios demuestran que las remesas empoderan a las mujeres, quienes, como receptoras, tienden a invertir más en el bienestar de sus hijos, mejorando la salud, la educación e incluso aumentando la matrícula escolar de las niñas.

En este blog, exploramos de forma cercana cómo las mujeres impulsan el crecimiento económico a través de las remesas, compartiendo historias y datos de África, Asia y América Latina que celebran el impacto femenino en sus familias y comunidades.

África: mujeres como pilares de las economías domésticas

Cuatro mujeres afrodescendientes sonriendo juntas con ropa colorida frente a una pared gris.

En muchas comunidades africanas, los servicios móviles de envío de remesas permiten que las mujeres en zonas rurales reciban dinero directamente y se hagan cargo de las finanzas del hogar. Estos fondos suelen destinarse a necesidades esenciales como semillas para la agricultura, la educación de los hijos y productos básicos del día a día, lo que demuestra el papel fundamental que desempeñan las mujeres en la gestión de las remesas.

En África, las remesas son verdaderamente un salvavidas, y las mujeres suelen estar en el centro de este flujo de apoyo. Solo en África Subsahariana, los migrantes enviaron aproximadamente 49 mil millones de dólares a sus países de origen en 2021, dinero que ayuda a las familias a pagar alimentos, atención médica e incluso pequeñas inversiones. Gran parte de ese dinero lo reciben o administran madres, esposas y abuelas dentro del hogar. Las mujeres representan la mayoría de las receptoras de remesas a nivel mundial. Por ejemplo, encuestas muestran que alrededor del 63 % de los destinatarios principales de remesas en Guatemala y el 70 % en Colombia son mujeres, una tendencia que también se refleja en muchas comunidades africanas.

¿Qué hacen estas mujeres con los fondos? Priorizar las necesidades básicas y la estabilidad de sus familias. Un estudio en el sur de África reveló que las mujeres que reciben remesas tienden a destinar más dinero a la atención médica familiar, la alimentación y la educación que los hombres. Esta diferencia en el gasto también suele ser reconocida por quienes envían el dinero. Existe un sentimiento común: confiar el dinero a las mujeres garantiza que todo el hogar se beneficie. Incluso los hombres reconocen esta dinámica. En muchos hogares africanos, son las esposas o madres quienes administran el presupuesto de las remesas y toman decisiones clave para mantener a todos alimentados y a los niños en la escuela.

Más allá de cubrir las necesidades diarias, las remesas empoderan a las mujeres en África para asumir nuevos roles. Cuando los esposos o hijos migran para trabajar en la ciudad o en el extranjero, las mujeres que se quedan suelen convertirse en jefas de hogar de facto. Ganan poder de decisión sobre cómo se gasta y se ahorra el dinero, lo que puede elevar su estatus en comunidades tradicionalmente patriarcales. Algunas utilizan estos ingresos adicionales para iniciar pequeños negocios: un puesto en el mercado, una tienda de costura o una granja de aves de corral, multiplicando los beneficios al generar empleo local o alimentos.

En Somalia, por ejemplo, las remesas de la diáspora (alrededor de 1.300 millones de dólares al año, o hasta el 40 % de la economía) han sido calificadas como “nada menos que un salvavidas” que ayuda a las familias a sobrevivir a las crisis e invertir en lo básico. Las mujeres de la familia suelen ser quienes administran estos fondos, decidiendo cómo repartir el dinero entre gastos médicos de los parientes o la compra de suministros para un negocio doméstico. A través de estas decisiones cotidianas, las mujeres africanas están usando las remesas no solo para sostener a sus propias familias, sino también para fortalecer la resiliencia económica de sus comunidades.

Asia: migrantes mujeres que transforman el futuro

Seis mujeres asiáticas jóvenes sonriendo y riendo juntas al aire libre en un entorno urbano soleado.

Para muchas mujeres migrantes en Asia, la mayor recompensa tras años de duro trabajo en el extranjero es ver a sus hijos completar su educación. En Filipinas, las remesas enviadas por madres y padres que trabajan fuera del país han permitido que una nueva generación se gradúe de la universidad, un legado tangible de sacrificio y amor.

En aldeas de toda Asia, innumerables historias de éxito comienzan con una madre o una hija que se aventura a trabajar fuera para brindar una mejor vida a quienes se quedan. Asia es el origen de más del 40 % de los migrantes del mundo, y las mujeres representan una parte importante de esta fuerza laboral. Tomemos como ejemplo Filipinas, uno de los países más dependientes de las remesas en el mundo. Alrededor de 2,2 millones de filipinos trabajan en el extranjero y envían dinero a aproximadamente el 12 % de todos los hogares filipinos. Estos filipinos en el exterior, a menudo celebrados como “héroes modernos”, han convertido a las remesas en la columna vertebral de la economía del país, aportando hasta un 11 % del PIB nacional. Una parte significativa de ellos son mujeres empleadas como trabajadoras domésticas, enfermeras, maestras y cuidadoras en países como Hong Kong, Arabia Saudita y Estados Unidos.

Para estas mujeres, enviar dinero a casa no es solo un deber, sino una misión profundamente personal. Son muchas las historias de vida en las que el dinero ganado por mujeres en hogares extranjeros se destina directamente a la matrícula escolar, los libros y los uniformes de sus hijos. No es de extrañar que la educación sea la principal inversión de muchas familias receptoras de remesas en Asia, gracias a la entrega de estas mujeres.

La escala de las remesas en Asia es enorme. India es el principal receptor mundial (con un estimado de 125 mil millones de dólares en 2023), y países como Filipinas (40 mil millones) y Pakistán también ocupan lugares destacados. Pero detrás de estas grandes cifras hay pequeños actos constantes de cuidado. Las investigaciones muestran que las trabajadoras migrantes tienden a enviar una mayor proporción de sus ingresos a casa de manera constante, incluso ganando menos que los hombres. A menudo envían cantidades más pequeñas con mayor frecuencia. Por ejemplo, un estudio en Italia reveló que las mujeres enviaban alrededor de 425 € por transferencia, frente a los 469 € de los hombres, pero esta diferencia se debía simplemente a que las mujeres ganaban un 24 % menos. De hecho, en proporción a sus ingresos, las mujeres remitían casi el mismo porcentaje que los hombres.

La constancia y dedicación de las migrantes permite que sus familias puedan contar con un flujo de apoyo estable. Esos envíos mensuales de 100 o 200 dólares, quizá realizados por una madre que trabaja como niñera en Dubái o una hija empleada en una fábrica en Bangkok, se traducen con el tiempo en grandes logros: niños más sanos, hogares mejor alimentados y jóvenes que pueden permanecer más años en la escuela. Algunos estudios incluso indican que en países como Indonesia, las remesas mejoran la salud de las mujeres y que quienes viven en hogares que las reciben son menos propensas a tolerar la violencia doméstica, un signo claro de empoderamiento creciente.

Además, la tecnología está amplificando el impacto de las remesas enviadas por mujeres en Asia. Con el auge de los servicios digitales de envío de dinero, una trabajadora migrante puede transferir fondos a su familia con solo unos toques en su teléfono, y sus seres queridos pueden recibirlos al instante en una billetera móvil. Esta comodidad cambia vidas. Las plataformas digitales están dando a las mujeres un mayor control sobre sus remesas, reduciendo las comisiones y asegurando que una mayor parte de cada dólar llegue a su destino. Con estas herramientas, las mujeres asiáticas no solo están enviando dinero, sino también mejorando sus habilidades financieras y su confianza. En última instancia, los sacrificios de las hijas y madres migrantes de Asia están impulsando el crecimiento económico a largo plazo, pago de matrícula a pago de matrícula, factura médica a factura médica, emprendimiento a emprendimiento.

América Latina: fortaleciendo familias y comunidades

Tres mujeres sonriendo mientras se toman una selfie después de hacer ejercicio.

Las emprendedoras indígenas son un ejemplo de cómo las remesas y el empoderamiento financiero pueden impulsar negocios locales. Cuando las familias reciben dinero de sus parientes en el extranjero, las mujeres suelen invertirlo en artesanías y mercados comunitarios, preservando la cultura mientras aumentan los ingresos.

En toda América Latina, la historia de las remesas es, muchas veces, una historia de liderazgo femenino silencioso. Esta región recibe una gran parte del flujo mundial de remesas, y con frecuencia son las mujeres quienes reciben y administran ese dinero. América Latina sigue el mismo patrón observado en otras regiones: las mujeres son las principales receptoras de remesas y quienes toman las decisiones sobre el gasto del hogar. En países como México, donde las remesas son una fuerza económica clave, las mujeres se benefician enormemente.

México representa por sí solo alrededor del 40 % de todas las remesas enviadas a América Latina y el Caribe, con millones de familias mexicanas que dependen del dinero enviado por hijos, esposos e hijas que viven en el norte. De hecho, los estudios han revelado que casi tres de cada cuatro transacciones de remesas de EE. UU. a México son recibidas por mujeres. Por lo general, son las madres o esposas que se quedan en pueblos desde Jalisco hasta Oaxaca quienes retiran los fondos en un banco o tienda local y los utilizan para alimentar a la familia y pagar los gastos básicos.

En muchas zonas rurales de América Latina, las remesas se han convertido en una fuente vital de oportunidades. El dinero enviado regularmente desde el extranjero a menudo ayuda a cubrir necesidades escolares esenciales como cuadernos, calzado o incluso transporte para que los niños puedan asistir a la educación secundaria. Con el tiempo, estos envíos pueden acumularse y convertirse en el capital inicial para abrir un pequeño negocio, como una tienda en casa que venda productos básicos como maíz, jabón o recargas telefónicas. En varias comunidades, las mujeres también se han organizado para formar grupos de ahorro, destinando parte de sus remesas a proyectos locales y a brindarse apoyo mutuo. En toda la región, estas prácticas demuestran cómo las remesas pueden reducir significativamente la vulnerabilidad económica. En Guatemala, por ejemplo, se ha demostrado que los hogares que reciben remesas duplican sus ingresos en promedio, lo que a menudo permite sacar a las familias de la pobreza. Gracias a esta estabilidad financiera, muchas mujeres adquieren la capacidad de pensar más allá de la supervivencia diaria y comenzar a invertir en un futuro más seguro.

Las estadísticas subrayan cuán fundamentales son las mujeres en este ciclo. En un estudio realizado en Guatemala, el 60 % de las mujeres encuestadas tenía un familiar en el extranjero que enviaba dinero, y esas remesas se correlacionaban directamente con mayores tasas de ahorro y un menor deseo de emigrar ellas mismas. En México y Centroamérica, investigaciones del Banco Mundial revelaron que las mujeres representaban el 70 % o más de las receptoras de remesas en varios países, y que tendían a destinar esos fondos a las necesidades del hogar y a la educación de los hijos. En efecto, en toda América Latina, las mujeres utilizan las remesas para poner comida en la mesa, asegurar atención médica para todos y fortalecer la escolarización de los niños antes que cualquier otra cosa. Esta priorización del bienestar familiar significa que las remesas no se gastan en cosas superfluas, sino en construir capital humano. Y sus efectos se extienden: niños más sanos y mejor educados crecen para aportar más a la economía, cerrando así el círculo de crecimiento iniciado por ese dinero enviado desde el extranjero.

Además, las mujeres están aprovechando las remesas para convertirse en emprendedoras y líderes comunitarias. En muchos casos, una parte de los fondos se utiliza para iniciar pequeños negocios, desde salones de belleza y talleres de costura hasta granjas y cooperativas artesanales. Por ejemplo, en Bolivia y Perú, los colectivos de artesanas indígenas han prosperado gracias al apoyo de familiares en el exterior que financian insumos y costos iniciales. Los coloridos textiles mola vendidos por mujeres Guna en Panamá no son pagados directamente con remesas, pero el respaldo constante de sus familias en el extranjero les permite concentrarse en su arte y ampliar su mercado más allá de la mera subsistencia.

En El Salvador, los ahorros respaldados por remesas han permitido que grupos de mujeres instalen tanques de agua comunales y paneles solares, mejorando la infraestructura local. Estas iniciativas pueden parecer pequeñas, pero multiplicadas por cientos de comunidades, contribuyen al desarrollo sostenible a nivel local. Y cuando las mujeres son las impulsoras, las ganancias tienden a distribuirse de forma más equitativa. Estudios en México incluso sugieren que los municipios con mayor número de hogares receptores de remesas presentan beneficios sociales como menores tasas de criminalidad, ya que la estabilidad del hogar mejora y los jóvenes tienen menos motivos para caer en la desesperación.

Rendir homenaje al impacto de las mujeres en el progreso global

Un grupo de mujeres multigeneracional y diverso posando y sonriendo en un estudio.

Desde las sabanas de África Occidental hasta las islas de Filipinas, pasando por las aldeas montañosas de Centroamérica, las mujeres están utilizando las remesas para transformar vidas. Son las heroínas anónimas del crecimiento económico: las madres que aseguran que unas monedas extra se destinen al fondo universitario de una hija, las hermanas que invierten en un negocio familiar y las abuelas que protegen a sus nietos del hambre en tiempos difíciles. Como hemos visto, las mujeres desempeñan un doble papel en la historia de las remesas: a menudo son las remitentes más constantes y también las administradoras más sabias en el otro extremo.

Esta dinámica tiene efectos concretos en el desarrollo. Al canalizar recursos hacia la salud, la educación y los pequeños emprendimientos, las mujeres amplifican el impacto positivo de las remesas en la reducción de la pobreza. Se estima que incluso un aumento del 1 % en las remesas como porcentaje del PIB puede generar una disminución significativa en los índices de pobreza, como resultado de que esos fondos se destinan a usos productivos. En las comunidades donde las mujeres controlan el presupuesto, los beneficios se extienden a todos: los niños están más sanos y mejor educados, los hogares se mejoran, e incluso los vecinos pueden encontrar empleo gracias a nuevos negocios. En pocas palabras, cuando empoderas a una mujer con una remesa, ella casi siempre la multiplica para su comunidad.

También es alentador ver que el mundo está comenzando a reconocer este poder. Las organizaciones de desarrollo ahora promueven programas de inclusión financiera dirigidos a mujeres receptoras de remesas, enseñándoles a presupuestar y ahorrar para maximizar el impacto del dinero que reciben. Los bancos y las fintech han empezado a diseñar productos adaptados a las mujeres migrantes, como cuentas de ahorro que pueden ser financiadas parcialmente por un familiar desde el extranjero o microcréditos basados en el historial de remesas.

En el mercado actual, servicios globales en línea como sendvalu hacen posible enviar dinero las 24 horas del día, los 7 días de la semana, desde casi cualquier país hasta las aldeas más remotas, una gran ventaja para las mujeres migrantes que pueden tener poco tiempo libre para acudir a agentes físicos. Esto simplifica el proceso, reduce los costos y el tiempo de traslado, y pone más control en manos de las mujeres. Un informe reciente de la ONU lo resumió bien: si bien hombres y mujeres envían montos similares en total, las mujeres lo hacen con mayor constancia y destinan más recursos a las necesidades del hogar, haciendo que cada dólar rinda más. Si apoyamos a las mujeres en este camino —a través de salarios más justos, protección legal en el extranjero, menores costos de envío y capacitación comunitaria— podemos potenciar un motor de crecimiento poderoso.

Detrás de cada estadística en este ámbito hay una historia humana. Es la historia de un sacrificio hecho por amor: una madre que trabaja largas horas al otro lado del océano para asegurar un futuro mejor para sus hijos, o una esposa que administra con cuidado los fondos valiosos que su esposo envía desde el extranjero. Estas historias individuales, en conjunto, están transformando economías. Nos recuerdan que el crecimiento económico no solo se construye en salas de juntas o fábricas; también se construye en cocinas y mercados rurales por mujeres valientes que convierten las remesas en una vida mejor.

Al celebrar sus contribuciones, reconozcamos también la resiliencia y la determinación que esto requiere. El papel de las mujeres en el crecimiento económico a través de las remesas es profundo y digno de ser honrado. Se suele decir que, si educas a una mujer, educas a una nación. Tal vez deberíamos añadir que, si apoyas a una mujer para que gane y administre ingresos, elevas a una nación. La prueba está en las familias y comunidades que prosperan en África, Asia y América Latina, donde mujeres empoderadas están transformando los dólares migrantes en desarrollo, esperanza y oportunidades para las generaciones futuras.

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